Afrontar la desigualdad social de Córdoba es un beneficio colectivo.

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Autor:  David Moscoso

Córdoba es esa ciudad conocida internacionalmente por su patrimonio monumental, cultural y gastronómico; poseedora de cuatro reconocimientos de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (la Mezquita - Catedral, el Casco Histórico, el conjunto arqueológico de Medina Azahara y la Fiesta de los Patios) y visitada por más de un millón de personas cada año (1.027.432 en 2022, según el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía), casi cuatro veces la población total de la ciudad (319.515, según el Censo de Población y Vivienda).

Pese a ello, en términos de condiciones estructurales de vida, padecemos una desigualdad social tal, que pone en evidencia las deficiencias de la gestión del gobierno municipal, pues nos sitúa a la cabeza de España, ya que contamos en la ciudad con cinco de los barrios más pobres a nivel nacional: Las Palmeras, Guadalquivir, Sector Sur, Las Moreras y El Higuerón, donde vive cerca del 15% de la población de Córdoba, con una renta anual que oscila entre los 6 mil y los 9 mil 500 euros. Esta situación, exhibe el fracaso de la política pública autonómica y local, para ofrecer oportunidades de vida digna y de desarrollo para todas las personas, pues, no en vano, entre el 38% y 50% de las personas que ahí residen, están en paro; luego, sus oportunidades vitales están mermadas desde el nacimiento. 

Son ciudadanas y ciudadanos de Córdoba, con iguales derechos, pero distintas oportunidades. El papel de los servicios municipales debe ser esencial, por la proximidad de su gestión, para llegar a los problemas y buscar soluciones que ofrezcan un futuro diferente a quienes vivimos en esta ciudad. Sin embargo, la acción pública municipal se ha encontrado especialmente alejada en estos últimos cuatro años, ha prevalecido el desamparo y la desidia de la administración local, respecto de los servicios dirigidos a los que algunos podrían considerar ciudadanos de segunda, o quién sabe, si de tercera o cuarta clase. 

En el lado contrario, encontramos barrios que se sitúan entre el 1% de los más ricos de España, encabezándolos El Brillante, donde la renta media por hogar puede llegar a superar los 128 mil euros al año, de acuerdo con el “Atlas de distribución de renta de los hogares” del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2022, lo que contrasta significativamente con la renta de la mayoría de los barrios de Córdoba. Otros barrios de la ciudad que encabezan este ranking disfrutan de rentas medias por hogar de 103.107 € (El Tablero), 83.029 € (El Patriarca) o 68.201 € (Zona Centro –Tejares, Gran Capitán); y, como es de obviar, la tasa de paro de estos barrios nada tiene que ver con la de los anteriores, pues no supera el 6% de la población activa.

Al margen de los datos respecto de la realidad económica y laboral de la ciudad, y de acuerdo con el Barómetro de Opinión Pública y Social publicado recientemente por investigadores de la Universidad de Córdoba, más de la mitad de las y los ciudadanos consideran que la situación económica es mala (54%), y casi 7 de cada 10 personas (73%), consideran que la desigualdad social ha aumentado durante los últimos cuatro años; asimismo, 9 de cada 10 residentes de Córdoba (85%), piensan que la ciudad ofrece pocas o ninguna oportunidad para crear empleo, no en vano, se sitúa en los primeros puestos del ranking de personas paradas de las 52 capitales de provincia de España. Además, la crisis está causando una merma en la situación económica de las familias, pues 8 de cada 10 cordobeses se han visto afectados por los altos costes de la factura de la luz y para realizar la compra de alimentos.

No obstante esos datos demoledores, dentro de esta Córdoba precaria, existe una parte de su población cuya situación es infinitamente peor. Si consideramos únicamente la situación de las personas en situación de vulnerabilidad, la percepción de que la situación económica de Córdoba es mala o muy mala y de que ha aumentado la desigualdad social, alcanza el 80%; sin embargo, también las clases medias son víctimas de la situación económica actual, el 83% de la población situado en el medio del espectro social, tiene problemas para pagar la factura de la luz y la realizar compra de alimentos, pero también para cumplir con el pago del alquiler o la hipoteca (60%), el consumo de ocio (60%), la compra de ropa, vestidos y calzado (50%), e incluso, para cubrir los gastos de hijas e hijos, tales como los gastos escolares (43%). Es decir, ante el panorama demoledor de la situación económica de Córdoba, existe una parte de la población de esta ciudad que se encuentra en una situación especialmente vulnerable.

Esta fotografía, muestra una falta de equidad social, que nos habla de varias Córdobas y de una estructura de clases sociales que, además de situar a sus vecinos y vecinas ante panoramas vitales muy desiguales, genera una ciudad débil; débil, porque en este marco es muy difícil generar dinamismo económico y garantizar prosperidad general en la ciudad. No olvidemos, que el poder adquisitivo de la población, las posibilidades de consumo y la capacidad de emprendimiento, dependen de que exista una masa socioeconómica suficiente para vertebrar el desarrollo económico, que no puede limitarse a la escasa población que vive en los barrios más favorecidos. En otras palabras, Córdoba jamás podrá ‘crecer como ciudad’ si no lo hacen al unísono la mayoría de sus barrios y sus gentes.

Por todo lo anterior, la solución no puede ser la emigración, que nos sitúa en este momento, en la primera a la cabeza entre las capitales de Andalucía, en particular entre el grupo de población más cualificado, joven y con estudios universitarios. Tampoco puede ser el desamparo y abandono de la población vulnerable. La solución pasa por adoptar un pacto social contra la desigualdad, que exige una política de fortalecimiento de los servicios públicos, en especial, la formación y capacitación para el empleo, la creación de empleo público, las políticas sociales directas y la vivienda pública.

 

David Moscoso, Profesor Titular de Sociología de la Universidad de Córdoba.